Seguramente tú, tu familia, tus amigos y tus colegas pasan por cosas difíciles que tal vez no imaginas. Todos tienen una historia con problemas, éxitos, curvas, idas y venidas, pero lo importante es que aprendas a no juzgar por el simple hecho de hacerlo. De nada sirve cuando te pones en un papel de juez y te sientes con el derecho a opinar sobre la vida de los demás. El psicólogo Jordan Peterson dice que siempre, antes de hablar, veas cómo se encuentra tu vida, la ordenes y aun así, pienses dos veces antes de juzgar la vida de las personas.
Por supuesto que esto no es nada fácil y seguramente lo has hecho en algunas ocasiones, pero ¿qué pasaría si antes de opinar te preguntas lo siguiente?: ¿mi opinión es realmente algo que va a sumar? ¿puedo ofrecer mi ayuda en lugar de juzgar? ¿me puedo poner en los zapatos de esa persona y entenderla desde un lugar de empatía? Cuando te acostumbras a vivir la vida sin empatía, dejar de hacer cosas como juzgar puede ser complicado; sin embargo, es una de las cosas más sanas que puedes hacer por ti y por los que te rodean.
Los juicios en ocasiones también vienen de tus propias inseguridades; proyectas todo lo que no tienes o te hace falta en los demás y esto es sumamente tóxico, porque entonces no te preocupas por la otra persona sino solamente buscas llenar vacíos existenciales a costa de la salud mental de otros. Esto en algún punto también va a recaer en ti, porque tal vez te des cuenta de que aquella persona que tanto juzgas realmente pasa por un muy mal momento, mientras tu decides reírte de su vida y convertirla en una burla.
Todos tienen sus matices. Tú tienes un lado amable y bondadoso, pero también, cuando te hacen enojar, puede que saques tu peor lado. Todo se trata de ver los grises en la vida y no solamente concentrarse en lo bueno o lo malo. Decía el psicólogo Carl Jung que no hay luz sin oscuridad. Esto hace referencia a que cuando realmente conoces tu lado más monstruoso, puedes aprender de ello para sacar a relucir la luz que hay dentro de ti y preocuparte mucho más por las personas, no solamente juzgar y criticar por hacerlo sino reflexionar acerca de por qué lo haces. Como bien dice el dicho: lo que te choca, te checa. No proyectes tus inseguridades en los otros; ámate primero a ti mismo, para que puedas ver con más claridad.
Juzgar a los demás como un mecanismo de defensa
¿Qué es un mecanismo de defensa? Un mecanismo de defensa es un tipo de técnica consciente o inconsciente que se utiliza para proteger el ego. El ego es tu falso yo, el "yo" con el que te identificas. El propósito del ego es mantenerte aislado y separado de los demás como forma de supervivencia. Cuando juzgas como un mecanismo de defensa lo haces para sentirte superior a los demás, evitar ver tus propios problemas y "protegerte" de ser lastimado por los otros. Es como si te inflaras mucho y aparentaras algo, pero realmente por dentro te faltan muchas cosas que trabajar y no tienes la capacidad de reconocerlo.
Señales de que eres una persona crítica sin razón
Sientes que todo mundo está en contra de ti.
Esperas que las demás personas sean consistentes todo el tiempo.
Eres incapaz de ver tus defectos y hacer algo al respecto.
No toleras la ambigüedad.
Tu autoestima es baja y la tratas de cubrir al "ser" superior a los demás.
Tienes un crítico interno muy tóxico.
No puedes aceptar las virtudes de los otros.
Antes que nada, tienes que ser honesto contigo mismo: ¿a cuántos de estos puntos respondiste que sí? Si realmente quieres cambiar este tipo de actitudes, puedes seguir las siguientes recomendaciones:
Reflexiona acerca de cómo te hablas a ti mismo. Todo comienza contigo, así que si tú eres demasiado crítico con lo que haces mal, tus defectos, tu apariencia, etcétera, es probable que hagas lo mismo con los demás. Lo mejor que puedes hacer en este caso es detenerte un momento cuando notes que dices algo malo sobre ti y que no tienes razón: reflexiona y escríbelo en un diario. De esta manera, puedes reconocer cómo te hablas y las cosas que puedes modificar.
Acepta todos los matices: lo bueno, lo malo y lo intermedio. Cuando comiences a trabajar en el amor propio, en aceptarte y entender tus defectos para mejorar, podrás ser mucho más respetuoso con los otros y te preguntarás dos veces si realmente es necesario que seas crítico.
Se más comprensivo. Es muy fácil ser crítico como un tercero, pero lo que deberías hacer es ponerte en los zapatos de la otra persona. Antes de emitir cualquier tipo de crítica, piensa si realmente vas a aportar algo bueno o si ese juicio tiene una verdadera razón de ser.
No te proyectes. Uno de los motivos más comunes de alguien que es crítico es justo la falta de autoestima y respeto que se tiene a sí mismo, por lo que tienes que hacer un esfuerzo realmente consciente para entender si tu crítica es o no justificada, o si solamente muestras tus inseguridades al creerte superior a los demás.
Todo este proceso radica en que tienes que conocerte primero a ti mismo para que puedas trasladar esto a tu entorno, tus amigos, familiares y colegas del trabajo. Cuando dejas de ser crítico y te conviertes en una persona empática tus relaciones mejoran, y seguramente serán mucho más fructíferas. Reconoce que todas las personas tienen una historia y respétala. Primero mira hacia adentro, para que puedas ver con claridad lo de afuera.
Si además tienes dudas de cómo hablar de este tema en familia no dudes en contactarme:
adrianagp.psicsex@t-integra.com
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