¿Quién no ha estado enamorado al menos una vez en la vida? Cuando te encuentras en ese estado de éxtasis, todo lo ves diferente, el mundo entero luce más bonito, te vuelves más optimista, te sientes la persona más feliz del universo, la sonrisa se perpetúa en tu cara y las emociones negativas se mantienen muy lejos de ti.
Aunque el amor suele relacionarse y simbolizarse con el corazón, la realidad es que el más involucrado en todo este proceso es el cerebro. El enamoramiento genera una neuroquímica específica en el cerebro que, además de hacerte sentir esa alegría y emoción indescriptibles, resulta benéfica para aprender, memorizar y regular procesos hormonales y neuroquímicos.
“Hoy sabemos que nos enamoramos específicamente por una activación del hipotálamo junto con el giro del cíngulo, parte encargada de interpretar emociones”. Además, en la fisiología del amor se involucran la amígdala cerebral, que genera la emoción básica, y el hipocampo, que maneja los recuerdos en los aspectos cognitivos de poner atención.
La neuroquímica es fundamental para el amor, pues durante el enamoramiento (que surge en los primeros meses de la relación, incluso en los primeros años) quita la lógica de la congruencia y genera muchísima emoción.
En este proceso, aparece la dopamina, generadora de atención y memoria. “Cuando nos enamoramos, prácticamente recordamos cada uno de los pequeños detalles y sentimos que el tiempo pasa rápido, nos motiva para hacer cosas y genera esa sensación de no cansarnos”.
Otro neurotransmisor involucrado en la química del amor es la oxitocina, la cual crea el apego mutuo en la pareja, y su producción en el cerebro se incrementa mientras los enamorados más se besan y abrazan.
A lo largo del enamoramiento disminuye la dopamina, pero la oxitocina se queda estable. Por esta razón, con el tiempo se dejan de sentir las mariposas en el estómago, pero la oxitocina genera un apego que hace que tu pareja sea alguien muy importante para ti y aunque ya no haya fuegos artificiales cada vez que se encuentran, pasar tiempo a su lado se mantiene como algo grato y placentero.
La presencia de dopamina y oxitocina se asegura que una relación se mantenga, ya que “la pasión viene con la dopamina y la sensación de extrañar a la pareja cuando no está surge con la oxitocina”.
Por otro lado, las endorfinas vuelven al amor algo adictivo y la serotonina es la culpable de que todo el tiempo tengas en la mente a la persona amada.
Más tarde, cuando llega al amor verdadero, los niveles de dopamina y endorfina disminuyen, en cambio, los niveles de oxitocina son altos. Es la etapa en la que ya conoces los defectos de tu pareja, en la que la chispa del inicio ya no es tan explosiva, pero aún así ambos siguen unidos y convencidos de lo importantes que son el uno para el otro.
Además, durante los besos y más aún en los orgasmos, el cerebro libera un factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF, por sus siglas en inglés) en el hipocampo, que es donde se da el aprendizaje, de modo que el estar enamorado te puede ayudar a aprender cosas más fácilmente.
“El proceso bien llevado puede tener connotaciones netamente neuroquímicas favorecedoras para conectar más neuronas que favorecen la memoria”, ya que enamorarse genera una neuroquímica específica para aprender, memorizar y regular procesos hormonales que son beneficiosos para el cerebro.
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