El pensamiento rumiante, el diálogo negativo, la sensación de vacío y la infravaloración, esculpen día a día esa los cimientos de la baja autoestima, un escenario abonado para que crezca de forma irremediable la sombra de la depresión.
El sentido del yo y la depresión guardan una relación muy íntima. La imagen que tenemos de nosotros mismos está desfragmentada durante estas condiciones psicológicas, dando forma así a una evidente baja autoestima. Además, la mente, no deja de invertir tiempo y energía en el concepto del yo, debilitándolo aún más a través de la preocupación constante y del diálogo interior negativo.
Pocas realidades clínicas llegan a ser tan complejas como las depresiones. Ningún paciente la sufre de igual modo. Es una dimensión multifactorial, adversa y poliédrica, no hay duda, pero hay factores comunes que aparecen en gran parte de los casos clínicos evidenciando a un enemigo sobradamente conocido. Uno donde nuestros pensamientos y el comportamiento de nuestra mente hacen más grande y resistente a esta presencia.
De este modo, algo que nos revela un trabajo publicado hace solo unos meses es que el sentido del yo es un componente clave en este tipo de trastornos psicológicos. Lo es hasta el punto de que la forma en que nos percibimos, nos hablamos y nos tratamos a nosotros mismos, modifica nuestra arquitectura cerebral.
Un ejemplo, ha podido verse mediante resonancias magnéticas que las personas con baja autoestima evidencian un menor grado de materia gris en diversas áreas cerebrales. Aún más, en caso de no mejorar este aspecto de nuestra personalidad, de no trabajar esta fortaleza psicológica, la depresión puede hacerse más resistente y durar años. Veamos más datos a continuación.
«Hay heridas que nunca se ven en el cuerpo que son más profundas y dolorosas que cualquiera que sangre». -Laurell K. Hamilton-
El sentido del yo y la depresión: edificando la cárcel del sufrimiento
Cuando una persona está deprimida no vive en el mismo escenario que todos aquellos que la rodean. Porque la depresión es, por encima de todo, aislamiento. Es desconexión del entorno y, a su vez, un retiro progresivo hacia ese universo interno donde acabar siendo cautivo de un cuerpo que duele y de una mente que nunca descansa.
Este es sin duda un primer aspecto que debemos considerar: la hiperactividad que evidencian ciertas áreas de nuestro cerebro y, en concreto, aquellas relacionadas con nuestra autoconciencia, reflexión y autoestima. El sentido del yo y la depresión están íntimamente vinculados porque el pensamiento no deja de vulnerar nuestra identidad, de debilitarnos con críticas, con recuerdos del ayer, con errores, pérdidas sufridas y toda una amplia gama de boicoteos.
El estrés como antesala de la depresión y del diálogo interno negativo
La Universidad de Calgary, en Canadá, publicó hace muy poco un estudio llevado a cabo por el doctor Dencel Kopala. En este trabajo se pone en evidencia la gran erosión que genera el diálogo interno negativo a la hora de dar forma a una depresión. Asimismo, es importante saber que ese desgaste del sentido del yo surge sobre todo cuando atravesamos periodos de elevado estrés.
Al no manejar estas tensiones y problemas, la mente se habitúa a alimentar un patrón constante de negatividad, ahí donde poco a poco cuesta mucho mantener en buena forma la autoestima, el optimismo o la esperanza. Casi sin que nos demos cuenta, nuestro ‘yo’ se habrá debilitado por completo y, lo que es más llamativo, diversas áreas cerebrales también se habrán alterado.
La baja autoestima y su relación con la materia gris
El doctor Johannes Klakl, de la Universidad de Salzburgo, Austria, realizó un interesante estudio en el 2014 donde demostrar algo muy llamativo. Las personas con baja autoestima evidenciaban un nivel menor de materia gris.Este hecho hacía que dichos pacientes tuvieran una vulnerabilidad mayor a la hora de derivar en trastornos depresivos.
Existía por tanto, una clara dificultad para manejar las emociones, para planificar y tomar decisiones más firmes y creativas a la hora de salir de dichos estados de sufrimiento.
La importancia de la narrativa interna
El sentido del yo y la depresión se retroalimentan mutuamente. Tanto es así que una baja autoestima y una situación de estrés puede hacer que derivemos en este trastorno psicológico. Pero, a su vez, la propia depresión también hará que boicoteemos aún más la figura de ese ‘yo’ tristemente fragmentada.
Por otro lado, desde cualquier tipo de terapia hay un aspecto que siempre se tiene claro: el modo en que nos narramos a nosotros mismos es clave para la recuperación. Es decir, la forma en que nos hablamos, nos describimos y nos percibimos favorece o debilita nuestra salud psicológica.
El sentido del yo merece dignidad y valía; es vital por tanto que cuidemos estos aspectos para fortalecerlo, para darle amarres e impedir que derive en una depresión.
Una conexión saludable (y emocionante) con lo que nos rodea
Sal de tu interior y conecta con el aquí y ahora. La idea es dejar de ser prisioneros de esa mente que alimenta una y otra vez los mismos patrones de pensamiento. Un modo de hacerlo es conectando con lo que nos rodea, con nuevos estímulos, con otras sensaciones y experiencias que aporten novedad, emociones y curiosidad a un cerebro demasiado focalizado en la angustia.
La higiene de un diálogo interno compasivo y no destructivo
El sentido del yo y la depresión se vinculan porque la forma en que nos hablamos debilita la autoestima y, a partir de ahí, se abre el abismo de ese agujero negro. Debemos aprender por tanto a hablarnos de manera respetuosa. El diálogo interno debe ser siempre impecable, compasivo y resiliente.
Si nosotros mismos no nos tratamos como merecemos nadie lo hará. El amor propio y una autoestima saludable son sin duda las defensas más valiosas para prevenir gran parte de los trastornos del estado del ánimo. Trabajemos en ello y no dudemos nunca en pedir ayuda profesional cuando así lo necesitemos.
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