Las relaciones sociales han pasado de ser lo que veíamos a ser lo que imaginamos, han perdido realidad y han ganado en comentarios a pie de foto. Frente a ello, está emergiendo un nuevo movimiento social donde prima la honestidad.
El boom de las fotos ideales de Instagram, de la idealización excesiva, del absurdo de mostrar lo que no es parece que tiene los días contados. Está emergiendo un nuevo movimiento social y publicitario donde prima la honestidad, la autenticidad de los hechos, sean agradables o desagradables. La sociedad empieza a aceptar las distintas realidades que experimentamos, con independencia de la valencia emocional que generen.
La comunicación a través de medios tecnológicos ha producido cambios en la sociedad, especialmente en las nuevas generaciones que viven adaptadas al nuevo entorno. El teléfono es cada día un compañero más fiel en cuanto a compañía y, por abuso, menos en interés. Así, podemos hablar de una forma de vida condicionada por este dispositivo.
En las relaciones sociales actuales hay un nuevo componente, una perfección excepcional o difícilmente real, posible gracias a unas condiciones o una manipulación muy específica. Por otro lado, parece que todas las situaciones que se vierten a través de las redes sociales son positivas y enriquecedoras, cuando sabemos por experiencia propia y vicaria que ese contendido que recibimos está manipulado, alterado en servicio de la promoción y/o publicidad.
Las nuevas generaciones imitan lo que ven, al igual que las anteriores, de ahí ese exceso de tiempo invertido en querer mostrar y aparentar un estado de dicha difícil de alcanzar o sostener. Las relaciones sociales han pasado de ser lo que veíamos a ser lo que imaginamos, han perdido realidad y ganado en distancia e intermediario. Lo inmediato le ha ganado la partida a lo cercano, incluso a lo físico.
«La privacidad ha muerto y Social Media la mató» -Pete Cashmore, Mashable CEO-
Las redes sociales: peligro cuando esperamos que sean más de lo que son en realidad
El escritor británico Matt Haig en su última obra, Apuntes sobre un planeta estresado, aborda los peligros de este mundo moderno excesivamente hiperconectado. Parte de sus críticas más afiladas van destinadas, precisamente, a las redes sociales.
Optó por desengancharse porque le generaban ansiedad y requerían su atención prácticamente las 24 horas. “He pasado muchísimo tiempo en Twitter, Facebook e Instagram y he llegado a la conclusión de que no son nada buenas. No son buenas ni para nuestras políticas ni para nuestra psicología”.
Pese a que engloba en el mismo saco a todas las redes, sus dardos de advertencia no los lanza por igual. Con Twitter, por ejemplo, se tensaba y cabreaba con cierta facilidad. En Instagram, en cambio, su vida adquiría otro sentido, y no muy positivo: “Me hacía sentir que era inferior, incluso hasta con las versiones que publicaba de mí mismo”.
«Las redes sociales son como una barra a las tres de la madrugada cuando tus amigos ya se han ido a casa». -Matt Haig-
La perfección cansa, la honestidad libera
La integridad consiste en decirnos la verdad a nosotros mismos, la honestidad en decir la verdad a otras personas. Si somos íntegros y honestos, reconoceremos que en nuestras redes sociales hay un exceso de deseabilidad social que se alimenta de una perfección que nos ata y engaña.
Decía Fred Allen que la publicidad es 85 por ciento de confusión y 15 por ciento de comisión. Ahora ese 100% lo podemos encontrar en cada red social, con los supuestos influencers que no son más que marcas enmascaradas.
Es normal querer reproducir a nivel visual y estético lo que se nos muestra continuamente, pero el problema viene cuando primamos por sistema el interés de nuestra marca sobre la honestidad. Las redes sociales son peligrosas cuando se trasforman en ese dedo que desdibuja los límites.
Mahatma Gandhi decía que creer en algo y no vivirlo, es deshonesto. Lo mismo pasa, de forma invertida, con las redes sociales y la perfección absoluta e inalcanzable que proyectan. Lo mismo pasa cuando nos vemos tentados a manipular el relato de lo que en realidad sucedió para ganar aprobación digital. Cuando finalmente, sesgamos, ocultamos o añadimos, alejando la honestidad…
También, en el fondo, podemos sospechar de la manipulación o mentira de los demás, al mismo tiempo que queremos pensar que lo que muestran o narran sucedió; si es así, de alguna manera el testimonio es la prueba de que es posible.
Frente a ello, está naciendo una esperanza. Ahora, parece que el movimiento publicitario empieza a invertirse, no porque internet y la publicidad no vayan de la mano, sino porque lo que empieza a vender es la más cruda e infranqueable honestidad.
«Twitter es un buen sitio para decirle al mundo lo que estás pensando antes de que hayas tenido la oportunidad de pensarlo». -Chris Pirillo-
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